El cerebro es el órgano
más importante del cuerpo humano y el protagonista en el proceso de
aprendizaje; capitaliza más del 20% de la energía total consumida necesaria y
precisa de un continuo aporte de oxígeno, agua y nutrientes. A continuación se
van a proponer una serie de consejos que ayuden a padres, madres y docentes a
guiar a sus hijos/as y alumnos/as en el camino hacia una vida equilibrada que
les facilite su actividad escolar.
Alimentación
Los nutrientes
constituyen, en conjunción con la aportación de agua y oxígeno, el pilar básico
para el correcto funcionamiento del cerebro y de la actividad neuronal. Los
expertos/as coinciden en que la alimentación es un poderoso condicionante del
aprendizaje y es imprescindible realizar una dieta variada y equilibrada, que
facilite todos los nutrientes que el organismo necesita para desarrollar su
función de manera eficaz (Anaya Nieto, 2009). Estos sustentos se pueden
encontrar en muchos de los alimentos que se consumen habitualmente.
De forma paralela, es
altamente recomendable que se ingieran al menos dos litros de agua al día, ya
que la carencia en el organismo de este precioso líquido puede llegar a
producir deshidratación e influir negativamente en el proceso de aprendizaje.
En la actividad
estudiantil, y sobre todo durante los exámenes, muchos jóvenes descuidan su
alimentación, a pesar de que es precisamente en esa época cuando el cerebro
debe hacer mayores esfuerzos. Por ello, se debe prestar mayor atención a
mantener una correcta nutrición. Estos estudiantes, ya sea por falta de tiempo
o por ansiedad, consumen alimentos con gran cantidad de azucares refinados, sal
y grasas saturadas, lo que provoca consecuencias nefastas para el organismo, en
general y para el cerebro, en particular (Cómo Estudiar, 2012).
Algunos de los alimentos
que se deben restringir en la época de exámenes son los refrescos, bollería
industrial, embutidos y carnes con alto contenido en grasa, golosinas y todo
tipo de comida rápida. El exceso en el consumo de éstos hace descender los
niveles de vitamina B, que son indispensables para el correcto funcionamiento
del sistema nervioso.
En lo referente a los
alimentos que se deben consumir para mejorar el rendimiento intelectual, se
encuentra la glucosa como principal fuente de energía de las neuronas, que se
obtiene de la digestión de los alimentos y se transporta al cerebro a través de
la sangre (Anaya Nieto, 2009). Es importante comer con regularidad alimentos
ricos en hidratos de carbono, ya que está comprobado que su escasez disminuye
la capacidad de aprendizaje y de otras funciones mentales. Esta glucosa puede
ingerirse en alimentos muy sanos como la miel, los frutos secos, especialmente
las nueces y los anacardos, que también tienen un alto contenido en vitamina B.
Otros ingredientes
fundamentales para una buena nutrición del cerebro, son los ácidos grasos de
cadena larga insaturados, conocidos como ácidos omega-3 y omega-6 que
constituyen el 30% de la masa cerebral, y son muy importantes para el proceso
de sinapsis entre las neuronas. De hecho, se ha observado en escolares que su
desarrollo visual y cognitivo está relacionado con la riqueza de ácidos grasos
en la dieta recibida en años previos y que su incorporación suplementaria en la
dieta actual puede mejorar los problemas de niños/as con trastornos como
dislexia o displasia (Anaya Nieto, 2009). Los ácidos grasos se encuentran en
muchos de los alimentos habituales, entre ellos los pescados como el arenque,
el atún y el salmón.
Además es importante
consumir productos que contengan proteínas, como pueden ser la carne, los
huevos, la leche y el pescado, que también tiene un alto contenido en fósforo. Otro
alimento beneficioso es el plátano, que contiene potasio y que ofrece un alto
contenido de energía para aguantar largas jornadas de estudio (Durá Travé,
2001).
En lo relativo a las
comidas del día, es necesario destacar la importancia del desayuno para rendir
de forma adecuada durante toda la
jornada. Un ejemplo de desayuno equilibrado puede ser un zumo natural,
un vaso de leche, y una tostada con miel y avena o algún tipo de mermelada
(Durá Travé, 2002). Estudios realizados en centros educativos demuestran que
aquellos estudiantes que acuden al centro escolar sin desayunar o habiendo
tomado un desayuno ligero sólo a base de líquidos ven significativamente
reducida su capacidad de aprendizaje, de atención y de memoria a lo largo de la
mañana y obtienen un peor rendimiento académico que quienes acuden a la escuela
tras haber ingerido un buen desayuno rico en hidratos de carbono (Anaya Nieto,
2009).
Sobre el resto de comidas,
se debe intentar no hacerlas demasiado copiosas para evitar el sueño después de
comer y con la finalidad de minimizar la disminución del flujo de sangre que
llega al cerebro que en esos momentos se centra en el proceso de digestión.
Sueño
A pesar de que
inicialmente puede parecer que el sueño es un aspecto que no está demasiado
relacionado con lo cognitivo, actualmente es considerado uno de los pilares
para el afianzamiento de los aprendizajes. El sueño es la actividad cerebral
que se produce mientras dormimos, y es esencial para la restauración de las
funciones corticales, para disfrutar de un estado de bienestar general e,
incluso, para la vida, ya que la privación continua de sueño puede causar la
muerte (Anaya Nieto, 2009). Durante este período se produce una reorganización de
los aprendizajes en relación con los anteriores, una revaloración emocional y la
formación de nuevas conexiones que darán lugar a nuevos aprendizajes. El sueño
reduce el tamaño de las sinapsis nuevas y esa disminución ahorra energía, lo
que es de vital importancia para el cerebro. Según Bushey, Tononi & Cirelli
(2011), “aprender sin sueño es insostenible desde un punto de vista energético”.
El mejor consejo para
establecer una estrategia al respecto con los jóvenes estudiantes consiste, pese
a su posible reticencia inicial, en establecer un horario firme que les permita
cumplir un mínimo de ocho o nueve horas de sueño en una franja horaria sin
excesivas variaciones.
El sueño, en definitiva,
es necesario para el aprendizaje y, más en general, para el desarrollo del cerebro.
La falta o los problemas de sueño en poblaciones escolares se ha asociado con
trastornos psicológicos, dificultades de aprendizaje, un peor rendimiento
académico, y una menor eficacia en relación con la toma de decisiones, el
pensamiento innovador y la solución de problemas (Anaya Nieto, 2009). Para
apoyar este razonamiento, se cita un estudio realizado en la universidad de
Helsinki (Paavonen, Stenberg & Lahikainen, 2009), que sugiere que mantener
un horario adecuado de sueño entre los niños/as es importante para prevenir
síntomas de mal comportamiento y escaso rendimiento. Sin embargo, afirman que, a
pesar de que el sueño inadecuado parece tener potencial para intervenir en el
comportamiento y el desempeño, se necesitan estudios más profundos para
determinar las relaciones de causa y efecto.
Oxigenación y ejercicio físico
La actividad física
mejora nuestra salud y calidad de vida, aportando una serie de beneficios a
nivel físico, psíquico y social. Todos los movimientos que forman parte de
nuestra rutina cotidiana -trabajo, recreación, ejercicio y deportes- pueden
ayudarnos a tener una vida más saludable (Anaya Nieto, 2009).
En la sociedad actual existe
una mayor concienciación de la importancia de la práctica regular de ejercicio
físico para una buena salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS, 2010), un estilo de vida activo mejora el estado de ánimo y estimula la
agilidad mental, lo que a largo plazo, eleva el nivel de autoestima y la
calidad de la interacción social. 30 minutos de actividad moderada repartidos a
lo largo del día son suficientes para obtener resultados favorables.
En el contexto específico
del estudiante, se considera imprescindible que desarrollen su actividad diaria
y, sobre todo, la relacionada con su actividad escolar, en ambientes bien
ventilados que faciliten la oxigenación del cerebro. A esto se de añadir la
realización de actividades de ejercicio físico del tipo aeróbico, como correr,
andar o hacer deporte en general, ya que mediante su práctica se mejora la
capacidad pulmonar y cardiovascular y, por tanto, la llegada de oxígeno al
cerebro.
Conclusiones
Tras el estudio y
recopilación de estudios y textos sobre los factores que influyen en el
aprovechamiento académico y la efectividad del proceso de aprendizaje, se puede
afirmar que con el esfuerzo de realizar algunos sencillos cambios en la dieta,
el sueño y el ejercicio físico, se puede conseguir que los niños/as y jóvenes
mejoren su rendimiento de forma significativa.
Los tres pilares para un
buen rendimiento académico, se pueden resumir en que comer sano es fundamental
para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo; en la gran importancia
mantener los ciclos del sueño y dormir la cantidad de horas necesarias; y en la
idea de que el ejercicio físico y la salud mental están relacionados. Estas
indicaciones deben cumplirse para completar el triángulo que posibilite un
rendimiento óptimo y un aprendizaje eficaz a nuestros hijos/as y alumnos/as.
Referencias
ANAYA NIETO, D. (2009). Bases del aprendizaje y educación. Sanz y Torres, Madrid
BUSHEY, D.,
TONONI, G. & CIRELLI, C. (2011). Sleep and synaptic homeostasis: structural
evidence in drosophila. Science, 332
(6037): 1576-1581.
DURÁ TRAVÉ, T. (2002). El
desayuno de los alumnos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Revista Nutrición Hospitalaria, 17:
189-196
DURÁ TRAVÉ, T. (2001). Ingesta
de energía y nutrientes en los alumnos de educación secundaria obligatoria. Anales españoles de pediatría. vol. 54, Nº 6: 547-554
PAAVONEN,
E.J, STENBERG, T. & LAHIKAINEN A.R. (2009). Sleep quality, duration and
behavioral symptoms in 5-6 year old children. In press, Eur Child Adol Psychiatry